Fotografías como símbolo de la tragedia

La fotografía es un elemento poderoso, tanto o más que la imagen en movimiento. Su capacidad para generar sentimientos, para evocar un momento, para captar y representar como ninguna otra herramienta la tragedia humana, no admite parangón. Dice la sabiduría popular que una imagen vale más que mil palabras. Y la afirmación tiene mucho de cierto. Es difícil expresar con palabras lo que muchas veces nos brinda una fotografía que apenas ha captado un microsegundo de nuestras vidas, una porción ínfima de tiempo que sirve para explicarlo todo.

vietnam

La historia nos ha dejado múltiples ejemplos. La semana pasada, sin ir más lejos, conocíamos la historia de la niña de 9 años Kim Phuc, la pequeña desnuda, quemada y con gesto de horror que huía del Napalm y que se convirtió en la imagen más representativa de la barbarie de la guerra de Vietnam. Más de 40 años después hemos sabido que aún lucha por superar las secuelas físicas que le dejó la sinrazón humana. La fotografía tomada por Nick Ut, fotorreportero de la agencia de comunicación Associated Press, se transformó en el icono de la lucha por la paz, en el retrato de un horror que el mundo no se podía volver a permitir. Aún hoy, casi medio siglo después, ni la protagonista ni la historia pueden escapar de esa imagen.

aylan

Más reciente y no por ello menos trágica es la fotografía de Aylan, el niño sirio de tres años cuyo cuerpo sin vida apareció varado en la orilla de una playa turca. La instantánea captada por la otomana Nilüfer Demir traspasó todas las barreras y llegó a todos los confines del mundo, haciendo despertar a occidente de su letargo ante el conflicto sirio. La imagen, con su dureza, representó como ninguna otra el horror del conflicto y se convirtió en el símbolo de la barbarie, en una de esas fotografías que seguiremos viendo dentro de décadas. En una época en la que la fotografía se ha democratizado y los dispositivos con cámara están al alcance de cualquiera, un conflicto como el sirio proporciona cientos de imágenes para el recuerdo (o el olvido). La instantánea de Nilüfer Demir nos llegó a todos porque no hay mayor símbolo de la barbarie de una guerra que la muerte cruel de un niño.

darina

El último ejemplo del poder de la fotografía para hacernos sentir lo encontramos la semana pasada, tras el accidente (aún sin esclarecer) de un avión en la península del Sinaí en el que perdieron la vida 224 personas.  Y nos demuestra que hoy en día, cualquiera, no necesariamente un profesional, puede captar una imagen que quede para la posteridad. En la foto vemos a Darina Gromova, una bebé de 10 meses, a punto de partir hacia Egipto desde el aeropuerto ruso de Pulkovo, en la ciudad de San Petesburgo. Era la más pequeña de un pasaje en el que también viajaban sus padres, Aleksei Gromov y Tatina. Fue el último viaje de ambos. La fotografía, tremendamente emotiva, encuentra hoy también en las redes sociales un lugar en el que viralizarse hasta colarse en el imaginario colectivo de la sociedad.

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