Si hay una tradición colectiva valenciana por excelencia, esas son las fallas. Una fiestas que durante cuatro días llenan a Valencia de luz, ruido y fuego y que durante todo un año tiene a los falleros trabajando para que, del 15 al 19 de marzo, nuestra gran ciudad sea un rincón de ensueño.
La fotografía y el fotoperiodismo nunca han sido ajenos a la gran fiesta valenciana. Y como no podía ser de otra forma, esas fotografías captan de una manera singular el alma mediterránea que otorga a las fallas un aura aún más especial si cabe.
En la fotografía de fallas no puede faltar la cuidada atención a los detalles. A todos y cada uno de esos detalles que, unidos y en conjunto, conforman ese traje regional único y maravilloso. Esos vestidos de falleras y esos complementos que enamoran a la cámara con sus colores y esos brillos que intensifica el sol.
Tampoco pueden faltar en esas imágenes esos atributos que nos hacen únicos. Nuestro Mediterráneo, nuestra Dehesa (las ‘Cañas y barro’ de Blasco Ibañez) y nuestra luz. Rasgos todos ellos que hacen más reconocible si cabe la esencia de la fotografía de fallas.