Los Juegos Paralímpicos acostumbran a dejarnos para el recuerdo imágenes únicas de superación, de deportistas que rompen pese a sus limitaciones barreras que nos parecerían a priori insalvables. La edición 2016 en Río de Janeiro nos ha dejado una imagen memorable más y, en esta ocasión, fuera de las pistas: la de João Maia, un reportero gráfico al que ni la ceguera ha apartado de su sueño de ser fotógrafo.
João Maia o el arte de ser fotógrafo sin ver
En los recientemente clausurados Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro, la atención mediática estuvo, como no podía ser de otra forma, en las pistas donde se celebraban los eventos deportivos. Sin embargo, fuera de ellas, con una cámara reflex profesional con lente de 50 milímetros en las manos, un fotógrafo brasileño captó la atención de los medios de comunicación desplazados hasta Brasil para cubrir el acontecimiento deportivo. Se trata de João Maia, un reportero gráfico de 41 años que se convirtió en el primer profesional que cubre los Juegos Paralímpicos siendo ciego. Una preciosa paradoja en un evento mundial que pone el foco, precisamente, en las personas con minusvalías.
Ha contado Maia en cada una de las muchas entrevistas que le realizaron durante los Juegos que se quedó ciego con apenas 28 años, cuando una inflamación de la úvea, formada por el iris, el cuerpo ciliar y la coroides, le arrebató uno de nuestros sentidos más preciados. Desde entonces solo percibe bultos y colores muy intensos si éstos están a corta distancia. A él le basta con ello para hacer unas instantáneas distintas, con un enfoque totalmente diferente a lo que estamos acostumbrados a ver.
La importancia del sonido
Comentaba João Maia a los periodistas que se han interesado por su historia que tras quedarse ciego ha agudizado tanto el oído que es capaz de escuchar el latido del corazón de los atletas. Y esa sensibilidad auditiva, junto a la intuición y los bultos de colores que ve en la pantalla de su cámara, es lo que le permite cazar fotos de momentos puntuales y precisos que parecería imposible que fuesen tomados por una persona ciega. Por ello, quizás, el brasileño prefiere para desempeñar su trabajo los deportes en los que se obliga al público a guardar silencio para que los deportistas puedan escuchar el cascabel que lleva la pelota. Ese sonido le permite a él también ubicar la posición de los atletas y anticiparse al momento para tomar sus fotografías. Sin embargo, no rehuye de otros que también le apasionan por el mucho movimiento que tienen, como es el caso del atletismo.
Maia, que ha cubierto los Juegos gracias a la acreditación del proyecto Mobografía, fundado por el también fotógrafo Ricardo Rojas, ha visto como su trabajo y su visibilidad se disparaban tras la expectación que ha generado su presencia en el acontecimiento deportivo. Así, por ejemplo, en apenas unas semanas ha pasado de unos cientos de seguidores en Instagram ha rozar los 8.500. Como en el deporte paralímpico, la fotografía tampoco entiende de barreras físicas.