Si os dais una vuelta por la red, encontraréis múltiples y variados consejos para encarar la fotografía de bebés. El más importante de los cuales es tener siempre el equipo a mano, porque nunca se sabe cuando el bebé nos va a ofrecer la mejor foto posible. Así que lo mejor es estar siempre preparado y no cesar en el empeño. Al final llegan los resultados.
Pero al margen de esta fotografía doméstica y centrándonos más en el aspecto profesional, hay un factor clave en la fotografía de bebés. Sobre todo cuando alguien ha hecho un importante desembolso económico para conseguir unas fotografías únicas de su ser más querido. Se trata de la paciencia.
Y es que no hay valor más preciado en una sesión con bebés que la propia paciencia. Tanto del fotógrafo como de los padres del recién nacido. Un bebé tiene sus tiempos (sueño, comida…) y pasa poco tiempo despierto, así que las sesiones pueden durar horas hasta conseguir imágenes realmente válidas y con la calidad suficiente para que unos padres sientan amortizada su inversión.
Mientras el niño duerme, siempre se puede aprovechar para realizar fotos de su placentero sueño. Siempre sin flash para no molestarle en su descanso. Luego, fruto de la paciencia, llegarán esos momentos en que el bebé, con su inmensa vitalidad, nos regale esas muecas tan propias de los recién nacidos que convierte una sesión fotográfica en un éxito.
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Saludos
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